CARACAS – Lo que publicamos es la carta que nos envió Bruno Salvatore, un jubilado italiano que emigró a Venezuela. Es un grito desesperado y digno de su compatriota que, como muchos, lamentablemente muchos en Venezuela, pasa los últimos años de su vida en penurias y privaciones. La crisis económica, la devaluación de la moneda y la dolarización de los mercados han devorado el poder adquisitivo de los pobres pensionados con los que está condenado a convivir.
Después de una vida en el extranjero de trabajo honesto y muchos sacrificios, a Bruno se le niega una vejez pacífica. Ha olvidado, como afirma con melancólico dolor, «la Bella Italia» de la que confiesa «lo que más ama en la vida». Como en otras ocasiones, Bruno confió su carta a nuestra revista. Es una condena, envuelta en rabia, desilusión y frustración, pero también mucha dignidad, de un hecho que toca vivir a muchos ciudadanos menos afortunados.
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«Mi nombre es Bruno Natali Salvatore. Nací en Pacino el 1-1-1943, Italia por derecho y por derecho que nadie me puede negar. Como italiano serví en el ejército, en la Escuela de Infantería en Cesano di Rome, en el Regimiento 17. El 2 de junio, participó en un espectáculo en Roma en Piazza Venezia, donde se encuentra el monumento a los caídos.
Por las circunstancias de la vida emigró. Hice esto para ayudar a la familia. ¿Qué delito cometió al migrar? Porque desde entonces he perdido automáticamente todos los derechos que deberían tener todos los italianos. ¿De qué derechos estamos hablando? Todos los italianos tienen derecho a una buena alimentación y derecho a una buena salud. Y yo, Bruno Natalie Salvatore, perdí estos derechos porque emigré. Hoy no tengo derecho a la salud ni a la buena alimentación. Tengo que ir como un vagabundo. Si no vas como un pobre, puedes olvidarte del famoso «cupón» que te da solo dos veces al año. Así que somos italianos de segunda clase. Porque emigramos, perdimos todos los derechos. ¿Quién decidió eso? ¿Qué derecho tienen de denigrarnos de una manera tan vergonzosa? Todo el mundo sabe que siempre he honrado a mi país. Saben que no merezco sufrir la tragedia que sufro.
Por favor, explícame, ¿es esto cierto? ¡No, no es justo! Todos los días tomas la misma vida que me dejaste. Me dijeron que tenía derecho a un ‘cupón’ de 400€ por
mes, pero sólo después de diez años de residencia en Italia. Tengo 79 años, aproximadamente 80 años. Sumemos 10 años. Voy a sacar 400 euros al precio de 90 80 + 10 = 90. Me trajeron 400 euros al cementerio. ¡En qué humillación, en qué desgracia me pusiste!
Y creo que estoy viviendo todo esto aquí, en Venezuela. Y la hermosa Italia, la que más amo en la vida, se vuelve cada día más esquiva”.
Bruno Natalie Salvatore
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