«Le confié mi vida a otras personas. Me dijeron que tenía que bajar de peso por la televisión. Por eso tuve anorexia durante tantos años, pero no me di cuenta. No tenía idea de lo que era». como. Todo lo que me decían y me dejo me quedo impresionada”, admitió Rosalinda, quien para convertirse en actriz se cambió el nombre a “Adua”.
Pasar por alto el nombre giró mucho: «Cambié internamente: comencé a comportarme diferente a lo que solía hacerlo, esto me agotó. Cuando llegué a los 32 kilogramos, también abusé de los medicamentos: sabía que me podría llevar a quedar muy mal, pero no me asustó. Lo tomé La muerte es casi una liberación. Ya no podía soportar ser otra persona: la parte real de mí quería ser liberada lo más rápido posible».
Entre las personas con las que Rosalinda se enfrentó en este arduo viaje se encontraba el guionista Teodosio Lusito, quien falleció hace cuatro años y aún sigue en proceso. Admitió: «Fue un evento muy difícil que me despertó de una pesadilla. Me di cuenta de que tenía que alejarme de este mundo que me estaba destruyendo como le sucedió a él». “Después de su muerte hice un viaje a Lourdes para redescubrir la fe que había perdido a lo largo de los años. Hoy siento que Teodosio está muy cerca. Esté donde esté, pienso en él todos los días y espero que se haga justicia”.
Ahora, Rosalinda dejó su antigua y atormentada identidad: “Adua ya no existe, es solo un recuerdo. Finalmente esta pesadilla es fingida. Hoy ya no permito que nadie me explote”.