El líder del régimen aceptó la invitación de su amigo Gustavo Petro, presidente de Colombia, y sería el garante de las negociaciones con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional. Por otro lado, el diálogo con la oposición venezolana sigue siendo difícil
Nicolás Maduro, El líder del régimen en Venezuela, antes de invitar a su amigo gustavo petroEl nuevo presidente de Colombia, quien será el garante de las negociaciones de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN): «Le respondí nuevamente, como líder (el expresidente Hugo Chávez), Venezuela honrará este compromiso con la paz en toda la región».
Poco antes, Petro envió una carta pidiendo a Maduro que sea parte del diálogo con la organización armada: “Pedimos su intervención como Estado garante, su autorización y su cooperación en el proceso de paz que estamos revitalizando”. Entre los compromisos que pidió Maduro estaba permitir que los negociadores del ELN en Cuba -que están exentos de la orden de arresto a pedido de Petro- regresen a Colombia vía Venezuela. Así, facilitará la realización del primer encuentro en suelo venezolano.
Desde su acceso a la presidencia, Petro prometió una «pacificación total» de Colombia y se comprometió a reanudar las negociaciones con los distintos grupos armados. Para incentivar este diálogo, el líder izquierdista colombiano suspendió órdenes de captura contra negociadores del ELN. Estuvieron en Cuba después de que 23 personas murieran en un ataque a una escuela de policía en Bogotá en 2019.
Para el ELN, cualquier tipo de diálogo está «sujeto a la implementación de algunas de las promesas que Petro hizo durante la campaña, como la reforma agraria, un nuevo plan para combatir el cultivo y el narcotráfico y la implementación de los acuerdos de paz. Combatir el clientelismo sistemático en el Congreso». Si el presidente no implementaba estos cambios, amenazaban la movilización popular y las protestas callejeras con mayor intensidad que las manifestaciones de los últimos años.
La noticia de la participación de Maduro generó controversia en Colombia. Hasta hace poco, Bogotá desconocía la legitimidad del gobierno socialista del vecino país y presentó denuncias contra Maduro ante la Corte Penal Internacional por violaciones a los derechos humanos. Con el gobierno de Petro, la primera izquierda en la historia de Colombia, se restablecen las relaciones con Caracas, el 26 de septiembre se reabrirán las fronteras, así como las embajadas.
Pero en Venezuela la situación no ha cambiado y Maduro haría bien en enfrentarla. El Programa Unificado, una coalición de opositores al régimen, saludó el hecho de que la Unión Europea y 18 países hayan pedido una solución pacífica y negociada a Venezuela y la reanudación de las negociaciones en México.
“Felicitamos a la comunidad internacional por su compromiso democrático con los venezolanos, gracias al cual se puede mantener la presión sobre el régimen de Nicolás Maduro para que la solución a la crisis venezolana salga de un proceso de negociaciones pacíficas a favor de los ciudadanos venezolanos”, reza la declaración de la coalición opositora venezolana.
En el documento reafirmaron su «responsabilidad de trabajar por el cambio que todos los venezolanos queremos para reconstruir nuestro país y restaurar los valores de libertad y democracia con los que estamos comprometidos, así como la comunidad internacional». Sin embargo, el régimen venezolano aún no se ha pronunciado sobre este tema.