La ficción española juega con constantes cambios de normas: se alaba a los criminales y las máscaras de Dal se convierten en un símbolo del populismo de izquierda en todo el mundo.
Uno de los héroes de The House of Paper dice que si naces del lado equivocado, mueres del lado equivocado. Como en cualquier gran película de suspenso, no solo hay un plan perfecto, sino también un destino para estropear las cartas. No te eches a perder, no te preocupes. Incluso si la visión actual de la transmisión echó a perder todas las bases de las reseñas (solo generó esa atrocidad lingüística llamada prohibiciones de prensa que tanto gustan a las oficinas de prensa). Solo diré, de La casa di carta, que hay un final exitoso capaz de resolver algunas de las inconsistencias de la larga historia y rescatar, irónicamente, mucho de lo que cae a la basura. El final ya se ha visto en algunas películas, y también, entre las series, aparece a menudo Inside Man de Spike Lee (incluso hay una banda de ladrones que toman como rehenes a empleados y clientes). pero no hay problema.
No son pocas las cadenas que se rompieron sin saber cómo cerrar
la historia. Lo importante es cómo salir de Madrid, del Banco de España y de la serie, sin recurrir a soluciones ideológicas (inyectar liquidez al país real y no a los bancos, como hace el Banco Central Europeo) o sin auto-sacrificio por parte de cantando Bella Ciao. Al final, el amor triunfa como se desea. Sierra (Najwa Nimri) encuentra al profesor (Faro Morte), por lo que los antiguos archienemigos se convierten en los nuevos Bonnie y Clyde. Como se puede adivinar desde las primeras temporadas, La casa di carta juega con los constantes cambios en las costumbres: se alaba a los criminales y las máscaras de Dal se convierten en un símbolo del populismo de izquierda en todo el mundo. Pero la serie es más que una protesta social, es solo un ejemplo exitoso de placer de la culpa Social, ese mecanismo que nos mantiene apegados a la historia incluso cuando nos damos cuenta de sus exageraciones. Sin sentirme avergonzado y sintiéndome, al fin y al cabo, parte de la historia.
9 de diciembre de 2021 (cambio el 9 de diciembre de 2021 | 21:25)
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