Mientras estamos en Europa, observamos el desarrollo de crisis ucranianaAl otro lado del mundo, se están rediseñando nuevas alianzas políticas y estratégicas en lo posible con países rebosantes de materias primas favorecidos para compensar el potencial shock energético.
Por eso, la administración estadounidense mira con otros ojos lo que sucede en Venezuela. La doctrina del cambio de régimen ha fracasado, a pesar del aislamiento de Maduro, y el coqueteo de su mayor oponente, Guaidó, quien fracasó en varios intentos de hacer avanzar al régimen, el marco político se mantuvo sin cambios; Por el contrario, avanza una nueva generación de políticos que parece haber partido cada vez más de una cultura menos imbuida de la retórica chavista y hacia un pragmatismo político y económico que los estadounidenses ven con menos recelo.
Tenga en cuenta que las sanciones que llevaron al colapso del país surtieron efecto, pero la oposición dividida, fuertemente influenciada por una élite económica y política con rasgos iliberales, no se benefició. Mientras la estructura militar y policial del régimen de Maduro permanece estática, no obstante ha avanzado una línea de política económica que ha revertido la situación al permitir que el país vuelva a poner en marcha el motor.
Después de que se impusieron las sanciones, el equipo económico dirigido por Rodríguez, una mujer que estudió en el extranjero y a quien el New York Times identificó como nada más que la zarina, eliminó puntos clave en la economía de Chávez: abandonó los controles de precios y divisas, permitió la uso del dólar estadounidense y reducción de las regulaciones del sector privado. La liberalización económica ha valido la pena, llenando los estantes una vez vacíos de Venezuela con productos y brindando una modesta sensación de bienestar a aproximadamente uno de cada dos venezolanos con acceso a dólares.
Las oportunidades económicas creadas por el grupo de trabajo de Maduro han aumentado este reconocimiento tanto por parte del gobierno estadounidense como de la oposición. Una nueva generación de políticos se está abriendo camino. Entre ellos destaca un viejo conocido italiano, país de donde procedía, Rafael La Cava, originario de Avellino, quien estudió regularmente en Estados Unidos, ex embajador en Italia y ahora ecléctico gobernante de la rica región de Carabobo en Venezuela donde supo combinar elementos del Socialismo Bolivariano y la Doctrina Liberal de Economía. Es vista con recelo en casa por la vieja guardia chavista, pero el propio Maduro la admira, la tienen en cuenta hasta en Washington.
No tiene metas presidenciales, pero si hay una concesión de un Maduro cansado, entonces La Cava tiene los números para convertirse en un presidente de transición entre una fase de la historia venezolana y una que ha comenzado, a saber, la reconfiguración de las alianzas internacionales y la globalización que es la reorganización de las regiones geopolíticas.
Los laboriosos rusos recibieron la amistad y la solidaridad del gobierno bolivariano, pero hoy la nueva Venezuela ve la oportunidad de terminar una etapa de oposición con Estados Unidos, y los propios norteamericanos han cambiado la ortodoxia que impulsaba a las sólidas élites políticas sudamericanas. obediencia ciega.
Las realidades políticas, la convergencia de intereses y la urgente necesidad de desescalar y hacer que esa parte del mundo sufra menos, dejarán en claro si el proceso que está teniendo lugar no es, en general, un bache. Los grandes continentes necesitan liberar a las grandes naciones de los lazos que las unen a los capítulos que yacen detrás de nosotros. Ya no es normal que el gran continente latinoamericano mantenga una relación abierta, libre, independiente, pero amistosa y virtuosa con los Estados Unidos. Tomamos nota de los desarrollos de Venezuela porque tanta inmigración italiana contribuye a la riqueza y el trabajo duro de este pueblo, y este pequeño derretimiento que ha comenzado es un presagio de la modernidad.