Es una lección de transparencia – tiempo


Roberto Arditti

Mil millones de visitas. Este es el número oficial de interacciones totales (directas o referidas a publicaciones de comentarios) contadas por X durante la conversación de tres horas entre Elon Musk y Donald Trump. Por lo que es razonable decir que estamos ante el evento político más importante jamás visto en la red social. Es precisamente aquí donde debemos empezar a evaluar la decisión de Musk de hacer más visible su apoyo al candidato republicano y mostrar al mundo el poder de la red social que trasciende todas las formas de mediación “tradicional”, incluida la periodística. También debemos romper con la hipocresía colectiva de la que se alimentan muchos observadores anti-Trump, la hipocresía que hace que la línea política de un periódico o canal de televisión sea aceptable pero la línea de una red social sea inaceptable.

Dejemos de pensar de forma infantil o estúpida. Hoy en día, en el juego de la información intervienen todos los medios, cada uno con sus propias inclinaciones, intereses y motivaciones más o menos aceptables. Musk da la vuelta a la tortilla, como es su costumbre, y presenta a todos un hecho consumado: él, editor de principio a fin, elige abiertamente con quién ponerse del lado de los contendientes, con mucha honestidad intelectual y, ciertamente, de forma más directa y reconocible. . Más que otras que hemos visto en el pasado, cuando un conocido grupo editorial acabó intentando encajar en un inesperado paseo por la cuerda floja.

Con almizcle, el rey está desnudo y sin pretensiones. Los editores tienen sus intereses y opiniones, los presentan y luego los ciudadanos los juzgan. Éste es el mensaje que nos envía cuando habla en su canal, en el que ha invertido más de 40 mil millones de dólares. Por otro lado, basta mirar atrás para ver cuántos cambios de sentido han dado muchos de los que hoy critican al empresario sudafricano.

Es el salvador de Ucrania cuando puso a disposición sus dispositivos Starlink para garantizar la conectividad a Internet en los primeros meses de la invasión rusa. Es el profeta de la nueva industria automovilística americana de última generación con el máximo respeto por el medio ambiente: la apuesta de Tesla está ganando apoyos en todo el mundo progresista a ambos lados del océano. Es el hombre del futuro cuando fundó la empresa espacial privada más importante y triunfó donde todos fracasaron hasta que entró en el campo.
Lo elogiaron en las universidades y lo celebraron en eventos y entrevistas de todo tipo.

En resumen, el hombre con 100.000 millones de dólares en ventas era muy querido, incluso demasiado, por quienes ahora critican su apoyo al ex presidente de derecha.
En cualquier caso, Musk elige a Trump en el momento más difícil para este último, porque Harris le molesta, al ser mujer, bien preparada y más joven que él.
No fue así en el enfrentamiento con Hillary Clinton (que, sin embargo, recibió el mayor número de votos en general), porque en 2016 ella estaba en el poder (es decir, Secretaria de Estado, Secretaria de Estado) y él era el outsider.
Hoy, Harris llega tras la salida de Biden, con quien Trump habría ganado sin lugar a dudas. Es la vicepresidenta, pero la jubilación del viejo Joe B le ha dado un aire de frescura y modernidad. Y aquí viene el New York Times, que elabora encuestas de opinión, de tono liberal y arrogante, que sitúan a Harris por delante de Trump en algunos estados clave (Pensilvania, Wisconsin y Michigan).

Entonces digo: ¿Por qué The New York Times puede tener una línea editorial y X funcionar como una plataforma sin alma? Es una afirmación ridícula, ya que las redes sociales promueven sus intereses (comerciales y de otro tipo) todos los días, cada hora, cada minuto. Musk elige a Trump y lo hace directamente. Basta de quejarnos: nos da una lección de transparencia.

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