En estos tiempos “bélicos” y “belicistas”, nos gustaría participar en un encuentro para recordar a un personaje de nuestra historia reciente que toca otra música que nos habla de una humanidad diferente, solidaria, pacífica y de progreso para todos. .
Hace diez años, el 5 de marzo, moría Hugo Chávez, hasta entonces presidente de la República Bolivariana de Venezuela, autor de aquella revolución democrática incruenta que llevó el germen del socialismo del siglo XI, el socialismo humanista como él lo calificó.
Su memoria se conmemora con un encuentro en Roma promovido por la embajada de Venezuela, en la región de Garbatella, en el espacio público “Milipiani”, encuentro titulado “Ugo Chávez, hombre de paz”. Fue invitado a hablar sobre él y su legado por Pino Arlacci, ex subsecretario de la ONU a principios de la década de 2000, Marco Rizzo de PC, el periodista Fabrizio Casari y la escritora Marinela Correggia, quien escribió un libro sobre él llamado «Presidente de La Paz».
Se habló del papel del “presidente” en el mundo multipolar que tanto se quiere reivindicar, del despertar progresista, socialista y humano de América Latina contra la intervención americana y “occidental”, de la idea de paz. Se rige por la complementariedad y solidaridad de países iguales, independientes y autónomos, y por la especificidad de la Revolución Bolivariana que, contrariamente a lo que suele ocurrir y que siempre ha creado grandes conflictos, ha unido al pueblo y las fuerzas armadas.
Entre los primeros minutos de silencio en su memoria, entre las anécdotas y recuerdos personales de quienes lo conocieron o «lo vieron de cerca», me gustaría destacar la intervención de Correggia que confirmó algunos aspectos muy importantes de estos tiempos oscuros, como como sus intentos en varias ocasiones, sobre todo antes y durante la invasión de Libia, sus bombardeos y el asesinato de Gaddafi en 2011, de promover procedimientos y diálogos internacionales en todos los foros posibles para prevenir, desactivar y limitar los conflictos, y luego lograr estableciéndolo. Verdad y justicia por los crímenes allí cometidos. En los pocos minutos de que dispuso citó tantos ejemplos de acciones y posiciones tomadas a nivel internacional que con razón podría ser considerado entre los pocos estadistas de la «paz» y la cooperación entre los pueblos de este inicio de milenio, que él siente. Tanta escasez aún hoy que la guerra llama a nuestras puertas.