Nacional, Mancini dimite, Spalletti será el nuevo entrenador de Italia

Il Mancio descartó a la selección nacional con un correo electrónico de la noche a la mañana. El técnico toscano tiene una condición, está vinculado al Nápoles en exclusiva hasta enero, pero la FIFA se plantea desatar el nudo. Conte está listo como suplente

Otro apocalipsis para el fútbol italiano. Peor que sus predecesores que nos costaron la eliminación de los dos últimos Mundiales, porque, por vergonzoso e injustificado que sea, nunca hay que avergonzarse de un resultado sobre el césped. Sin embargo, es un depósito de ventajas y desventajas, es parte de la lógica matemática. Pero esa es otra historia. Aquí está el técnico de la selección que ganó cuatro mundiales, Roberto Mancini, quien renunció abruptamente a su cargo, sin dar explicaciones, dos días antes de mediados de agosto, en uno de los días más ridículos de nuestra historia futbolística.

zurdo

El presidente federal, Gabriel Gravina, encontró ayer por la mañana, entre los correos electrónicos, el caparazón de su autocar enviado desde Mykonos que le informaba de la decisión. Se habían reunido la noche anterior para hablar de algunos temas cruciales, pero nunca se mencionó la palabra «renuncia». Esta noche no se le ocurrió ningún consejo. Gravina intentó llamar a Mancini, pero fracasó. Tiempos y maneras equivocadas, mínimo. Dentro de 26 días, la selección jugará campo ante Macedonia y tres días después ante Ucrania, partidos sensibles en el camino hacia la Eurocopa, tras la derrota ante Inglaterra. En dos días se deben hacer preconvocatorias para los jugadores que puedan jugar afuera, y el 21-22 para los demás. Alguien más en la FA se encargaría de ello.

Grietas en la selección

Ayer, a última hora de esta mañana, el comunicado de prensa oficial: «La FIFA reconoce la renuncia de Roberto Mancini como entrenador en jefe de la selección italiana». A última hora de la tarde, y buscado por la Asociación de Fútbol, ​​que con cierta tensión exigió la confirmación del sesgo de la decisión, llegaron a Instagram las palabras de Mancio: «La renuncia como entrenador de la selección fue mi elección personal». Gracias y saludos habituales. «Fue un honor». A más tardar el 17 de junio, en Enschede, tras la derrota ante España en la Nations League, Mancini confirmó: «Escucho cosas sobre mí que no tienen ton ni son. Me quedo y estoy feliz. Corremos el riesgo de ganar el Mundial de 2026″. Taza.» A principios de agosto, aceptó el nuevo cargo de supervisor de las selecciones Sub-20 y Sub-21 y participó en la reorganización de las selecciones juveniles nacionales. La Asociación de Fútbol confirmó que el técnico había dado el visto bueno total a los nuevos nombramientos, mientras que en un entorno zurdo había descontento por el trato dado a algunos integrantes de la plantilla. Mancini había notado un declive en la confianza, que se confirmó con el nombramiento de Gigi Buffon al frente de la delegación, descendiente desde arriba. Quizás la gota que colmó el vaso. Seguramente, algo pasó después de la impactante derrota ante Macedonia. Y no podía ser de otra manera. En ese momento, su renuncia (y no solo su renuncia) era más comprensible. La obra maestra de la Euro 21, por la que siempre estaremos agradecidos, le aseguró una nueva apertura de créditos, pero tras el fracaso del Mundial ante rivales menores, y tras la tardía renovación de la selección, Roberto ya no pudo presentarse como el Dominó definitivo del Universo Azul, había que llegar a un acuerdo. ¿Son estas dinámicas y el orgullo fracturado suficientes para justificar la resignación? Habrá razones más ricas. Faraónico contrato para dirigir la selección saudí durante los próximos tres años. En esos lares aseguran que el convenio está por vencer, efectivamente ya está firmado, y dicen que las negociaciones comenzaron en junio.

Hombros de promesa

Tal fue así, que mientras Mancini negociaba con Federcalcio un ajuste salarial (500.000 euros) para el nuevo cargo de superintendente, Mancini coincidía con los árabes nababs. De ser así, sería una imagen muy triste de nuestro fútbol, ​​carente de emoción, una mancha en el ideal deportivo de Mancini. No es lo mismo pasar de una selección a otra que pasar de un equipo a otro, porque la selección es un equipo de personas, pues representa valores y pertenencia. No es una empresa privada, es una organización. No te sueltes en el verano como un perro en la carretera. Descargada por un mensaje de texto nocturno desde Mykonos, donde la empresaria de Turín pasa sus vacaciones, la dejó antes de la boda por supuesta infidelidad. Mancini estuvo casado con el italiano hasta junio de 2026. Ha comenzado la búsqueda frenética de un nuevo entrenador, y con compromisos urgentes, no hay minutos que perder. Para devolver la credibilidad a la Asociación de Fútbol, ​​incapaz de interceptar tal desenlace, y para transmitir confianza a la afición azzurri, se necesitan nombres fuertes, como el nombre Mancini tras el apocalipsis sueco. A Gravina no le gustaría caer por debajo de los ya probados Luciano Spalletti y Antonio Conte que tienen la máxima disponibilidad garantizada. Spalletti es el favorito que dará más continuidad táctica al 4-3-3 de Mancio y recogerá más cruces, además de un menor coste salarial. Está el tema de la cláusula de 3m que lo ata exclusivamente al Napoli de De Laurentiis hasta enero, pero Gravina confía en que lo resolverá, y Conte aporta su experiencia como excontratado y carisma de Coverciano a una tropa de carga posiblemente molesta por el cambio. El exjugador de la Juventus, ya entrenador y quizás con otra aventura de club más en el fondo, se puso sin embargo a disposición de la causa azzurri: si echaba de menos el circuito Spalletti y estaba bajo la supervisión de su tierra natal, respondería que sí. Esperamos la humareda blanca del 15 de agosto, el día más desconcertante del fútbol italiano.

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