Los médicos del Hospital Assuta en Ashdod, en el sur de Israel, lucharon en vano durante una semana para mantener con vida a Tamar Trubiashvili, de 9 años. Perdió el conocimiento durante el bombardeo de su ciudad con una andanada de cohetes de Hamás. Al oír el sonido de las sirenas, entró en la habitación protegida del apartamento con su madre y su perro y cerró la puerta blindada. También se armó con un palo y un cuchillo para sentirse segura porque en ese momento su padre estaba en el trabajo. De hecho, hubo rumores de que terroristas de Hamás deambulaban por las calles de Ashdod. Pero cuando sonó la alarma, la madre escuchó un grito ahogado. La hija yacía en el suelo inconsciente y ya no podía respirar.
Los paramédicos del Magen David Adom, el equivalente de la Cruz Roja, pudieron reanimarla después de media hora de esfuerzo. Pero incluso estar hospitalizada no fue suficiente para mantenerla con vida al final. Fue enterrada ayer en el cementerio de la ciudad.
“Ella nunca sufrió ninguna enfermedad y estaba muy sana”, dijeron sus padres en el funeral, y ahora están en agonía: “No teníamos idea de cuán grande era su miedo”. Después del 7 de octubre, con las horribles masacres cometidas por Hamás y las descripciones que las acompañaron, “los hijos de Israel quedaron conmocionados”, dice el padre Avi Trubiashvili. La propia Tamar, sin que sus padres lo supieran en ese momento, comenzó a esconder un cuchillo debajo de la almohada.
Este caso conmocionó a la opinión pública en Israel. Entonces el padre quiso enviar un mensaje a todos los padres: «Escuchen atentamente a sus hijos, y hablen con ellos. Muchos no saben expresar sus miedos y los guardan en sus corazoncitos, que pueden incluso darse por vencidos. Un momento es suficiente.» «Para Tamar no había necesidad de un cohete, ni de un misil, ni de una bala. Bastaba un silbido que aterrorizaría el alma y sacudiría las recámaras de aquellos pequeños corazones. Y eso fue suficiente – concluyó – para Hamás para robarlo”. mi hija».
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