La mayoría de los agujeros negros de masa estelar que conocemos absorben materia de una estrella compañera cercana. El material capturado cae a gran velocidad sobre el cuerpo que se derrumba, se calienta extremadamente y emite rayos X.
Sin embargo, cuando un agujero negro no tiene un compañero lo suficientemente cerca como para robarle materia, no genera luz y es extremadamente difícil de detectar. Estos agujeros negros se denominan agujeros negros «inertes».
Para prepararse para la próxima publicación del catálogo de Gaia, Data Release 4 (DR4), los científicos están monitoreando los movimientos de miles de millones de estrellas y realizando pruebas complejas para ver si hay algo anómalo. Los movimientos de las estrellas pueden verse afectados por sus posibles compañeras: estrellas brillantes, como exoplanetas; Y los más pesados son como las estrellas. O muy pesados, como los agujeros negros. Dentro de la colaboración Gaia, equipos dedicados son responsables de investigar cualquier caso «extraño».
Uno de esos equipos estaba profundamente involucrado en este trabajo cuando el interés se centró en una antigua estrella gigante en la constelación de Orión, a 1.926 años luz de la Tierra. Al analizar en detalle las oscilaciones en el movimiento de la estrella, encontraron una gran sorpresa. La estrella quedó atrapada en movimiento orbital con un agujero negro inerte de una masa excepcionalmente alta, aproximadamente 33 veces la masa del Sol.
Eso es todo El tercer agujero negro inerte encontrado junto a Gaia Se llamó acertadamente “Gaia BH3”. Su descubrimiento es particularmente apasionante debido a la masa del objeto. «Este es el tipo de descubrimiento que ocurre una vez en la vida en una carrera investigadora», dice Pasquale Panozzo del Centro Nacional de la Investigación Científica, Observatorio de París, Francia, autor principal del artículo. «Hasta ahora, agujeros negros tan grandes sólo se han descubierto en galaxias distantes gracias a la colaboración LIGO-Virgo-KAGRA, gracias a observaciones de ondas gravitacionales».
Hasta ahora, el récord de agujeros negros en la Vía Láctea lo ostentaba un agujero negro binario de rayos X en la constelación de Cygnus (CYG X-1), que tiene una masa estimada de unas 20 veces la del Sol.
«Es impresionante ver el extraordinario impacto que Gaia está teniendo en la astronomía y la astrofísica», afirma la profesora Carol Mundell, directora científica de la ESA. «Sus hallazgos van mucho más allá del objetivo original de la misión, que era crear un mapa multidimensional preciso de más de mil millones de estrellas en nuestra Vía Láctea».