Nada se aplaza por el momento: el 18 de marzo, la lanzadera rusa Soyuz MS-21 deberá llevar a tres astronautas a la Estación Espacial Internacional, y el 30 de marzo, otra Soyuz, la MS-19, deberá traer a dos rusos y un y el 20 de septiembre, se espera que el lanzamiento traiga a Marte a ExoMars, la misión conjunta de la Agencia Espacial Europea (ESA) y Rusia (Roscosmos).
Actualmente, se han confirmado todas las misiones espaciales en nombre de la cooperación entre Europa y Rusia, pero en un estado de gran incertidumbre, las agencias espaciales de todo el mundo están siguiendo los acontecimientos.
Así continúan las operaciones a la luz del lanzamiento de la misión ExoMars, que tiene como objetivo buscar rastros de vida en Marte, gracias a una barrena construida en Italia. Las operaciones en vista del lanzamiento deberían comenzar pronto en Baikonur, la base de lanzamiento de Rusia en Kazajstán: allí el rover Rosalind Franken deberá integrarse en el módulo de aterrizaje ruso Kazachok, programado para ser transportado a Marte. El misil ruso Proton está programado para ser lanzado desde la misma base rusa. No cabe duda de que ExoMars es una misión con la que Europa y Rusia están estrechamente vinculadas, fruto de importantes inversiones y de unas expectativas igualmente elevadas.
Por ahora, tampoco hay señales de interrupción en el programa de entrenamiento de astronautas, y se espera que cinco estadounidenses vayan a Rusia en marzo y tres astronautas en el Centro Espacial Johnson de la NASA al mismo tiempo.
La colaboración entre Estados Unidos, Europa, Japón, Rusia y Canadá también es uno de los pilares del futuro de la exploración espacial, con programas ambiciosos como la estación espacial Gateway dedicada a orbitar la luna y construir una base en la luna. Tierra.
A bordo de la estación espacial, donde no se pueden distinguir las fronteras políticas en la Tierra, se encuentran actualmente tres estadounidenses, como muchos rusos, y un europeo, el alemán Matthias Maurer.
De acuerdo con su historia de 20 años derivada de la cooperación entre Estados Unidos, Europa, Rusia, Canadá y Japón, la estación espacial parece decidida a seguir siendo un símbolo de cooperación internacional suspendida a 400 kilómetros de la Tierra.