Se llama ‘Spinrel’ y, según sus creadores, tiene todo lo necesario para revolucionar el mercado de la movilidad eléctrica. El grupo Green Silence, un polo industrial formado por las tres empresas lombardas Settima Meccanica, Spin y Motive y financiado por el fondo de capital privado Xenon, presentó una nueva generación de motores eléctricos en la Feria Internacional de Tecnología del Vehículo de Colonia, Alemania. La principal innovación es la eliminación de los imanes permanentes, que permiten el funcionamiento del motor, y que hoy están compuestos hasta un 30% de tierras raras. En comparación con los motores convencionales, los “motores rotativos” prometen una menor contaminación (ambiental pero también acústica) y, sobre todo, una mayor eficiencia energética.
Cómo funciona «Spinrel».
«Los husillos no funcionan, como tradicionalmente lo hacen los motores eléctricos, a través de diferencias en los flujos magnéticos generados por imanes permanentes, sino a través de cavidades especialmente estudiadas y diseñadas que crean vacíos y sólidos». Abre Alessandro Tassi, director general de Spin, una de las tres empresas que componen Green Silence Group. Tassi continúa diciendo que esta alternancia entre cavidades de aire llenas y vacías es capaz de arrancar el motor y hacerlo funcionar de manera más eficiente. Después de tres años de investigación y dos años de ingeniería, los “Spinrels” finalmente están disponibles en el mercado y apuntan a conquistar el sector de la movilidad eléctrica. “Esta tecnología es adecuada para cualquier vehículo, ya sea industrial o comercial”, afirma Tassi. También se puede utilizar para todos los demás componentes de un automóvil que necesitan un motor: limpiaparabrisas, dirección, frenos, ventanas y más.
Dependencia de China
Una de las principales ventajas que ofrece Spinnrels es la posibilidad de no utilizar elementos de tierras raras, un grupo de 17 elementos químicos utilizados en muchas tecnologías clave para la transformación ambiental, incluidos los motores eléctricos. El uso de tierras raras presenta sobre todo dos problemas. El primero se refiere a aspectos geopolíticos, porque China controla alrededor del 37% de las reservas mundiales de estos elementos químicos y es el mayor exportador del mundo. Hasta ahora, Europa importa una parte importante de sus tierras raras de Pekín y sólo en los últimos años se ha dotado de su propia estrategia para celebrar acuerdos comerciales con otros terceros países y acelerar el proceso de extracción también en suelo europeo. El segundo obstáculo es ambiental: las tierras raras requieren un proceso de extracción y procesamiento que no sólo es complejo, sino también altamente contaminante. Sin embargo, si se tiene en cuenta todo el ciclo de vida, la huella medioambiental de un coche eléctrico es menor que la de un coche de gasolina o diésel. Sin embargo, hay un impacto en el medio ambiente. Apenas se menciona.
Doble beneficio para el medio ambiente
La huella ambiental de los vehículos eléctricos se ve afectada principalmente por el uso de los llamados “materiales críticos”, una categoría que incluye no sólo elementos de tierras raras sino también otros, como el litio, utilizados en las baterías. Al menos una solución parcial a este problema podría provenir de innovaciones tecnológicas como los “Spinrels”. “La reducción del impacto medioambiental es enorme, diría yo en conjunto, tanto en el sentido upstream como en el downstream”, explica Alessandro Tassi. «Dado que se elimina por completo el uso de tierras raras, se pueden evitar actividades de extracción que tienen un fuerte impacto en el medio ambiente». Pero también aguas abajo, porque “la ausencia de imanes hace que los motores sean reciclables”.
En portada: Fábrica de vehículos eléctricos BYD en Changzhou, China (EPA/Alex Plavevski)